domingo, 12 de septiembre de 2010

La necesidad inmortal de sertirme viva

Cierto dia hace dos semanas, miraba en casa mi recien recopilada colección de películas sobre baile (recomendaciones al final del post). Cuando terminaron, de algún modo mientras lavaba los platos en la cocina me puse a pensar sobre qué es lo que despierta en mi la fascinación por ese tipo de películas... al igual que por las que tratan sobre la música, claro.

Después de divagar y masticarlo un rato, como buena pensadora errante, llegué a la conclusión de que lo que más me despertaba esa flamita interna al ver esas películas, más que el hecho de admirar un gran talento per se, es el hecho de que los protagonistas de todas esas historias tienen algo en común: persiguen su felicidad a costa de aferrarse a eso que simplemente los hace sentirse vivos.

Los seres humanos somos animales sumamente complejos. Entre todos los animales de la creación, estoy casi segura de que somos los únicos que para sabernos vivos necesitamos de mucho más que estar concientes del funcionamiento de nuestras funciones fisiológicas básicas. Para nosotros, "vida" es más una realidad mental que un estado biológico, un estado del alma, y necesitamos de todo un cúmulo de factores para construir y mantener en pie esa realidad. Es una necesidad que nace, a su vez, de darnos cuenta de que para nuestra especie estar vivo es mucho más que simplemente tener saciado en el estómago, latiendo nuestro corazón y conteniendo oxígeno en los pulmones. La tradición social agrega, además, la abundancia económica, tener una buena pareja, una buena familia, ser exitoso en tu carrera, tener un buen trabajo.Pero vemos que no basta sólo con eso, que todo eso pierde sentido porque nos falta "algo", y al ver a otros desbordando verdadera vida deseamos ardientemente esa misma felicidad.

La vida es algo que necesitamos sentir prácticamente materializado y corriendo en nuestras venas. Y aunque lamentablemente hay personas que recurren a medios a la larga destructivos y buscan literalmente inyectarse la felicidad, tenemos el consuelo de que el mundo ofrece toda una gama de posibilidades mucho más sanas y menos degenerativas para lograrlo. Para cada uno de nosotros hay una opción idónea, con suerte más de una, para lograr esa sensación que es deliciosamente enervante. Sólo es cuestión de ser valiente y lanzarse a la búsqueda.

Y claro que es una cuestión de valentía. En la búsqueda nos podemos encontrar con muchos obtáculos, sí, y dolor y frustraciones y desengaños también. Pero como toda búsqueda y como todo experimento, es una cruzada de prueba y error, de riesgos, de atreverse a ir más allá, y es presisamente el pasar por todo eso y aún así encontrar nuestro grial de la vida al final de la empresa lo que lo vuelve un encuentro tan único y exquisito: ese lograr sentirse infinito, eterno, hermoso, libre, poderoso, fuerte, sano... vivo

Definitivamente, y también desgraciadamente, hay mucha gente aún cuya alma o corazón o mente estan encadenados sin permitirle ir en busca de esa chispa. Además del miedo, las cadenas de muchos son también el hecho de que algo o alguien en su vida les ha convencido de que no lo merecen, incluso hay quienes sienten vergüenza de ese sentimiento porque creen que hacer algo por si mismos para despertarse del tedio y estar y sentirse realmente vivos antes que pensar en los demás es un acto descarado de egoísmo.

¿Saben algo? Quizá si lo sea después de todo. Pero no por ello es algo de lo que podriamos prescindir. Al contrario: esa sensasión es probablemente lo único en este mundo que le puede dar sentido a todas las otras cosas de nuestra vida. Lo primero y lo último con lo que hay que cumplir al hacer cualquier cosa que hagamos.

Cada día, por lo menos una persona en el mundo decidió probar algo, ir más allá de sus propios límites, intentar algo que nunca antes se atrevió a hacer, sólo para darse cuenta de que no cambiaría por nada la sensasión que ello le otorga a cada poro de su piel. Y he descubierto que todos los días cada uno de nosotros tenemos la misma oportunidad de lograrlo también. Ya sea bailar, nadar, anotar un gol o una canasta o un homerun, lograr un salto triple mortal o un axel doble, cantar, tocar la guitarra, hacer el amor, correr, gritar, oler una flor, mojarse en la lluvia, escuchar una sinfonía de Beethoven, sentir el el viento en la cara, comer algo exquisito o ver sonreir a un niño, todos los días tenemos la posibilidad de encontrarnos con algo que los va a refrescar el alma, y también de encontrar eso que nos otorga el máximo sentimiento de vida.

Así como el personaje de Richard Gere en Shall we dance?, cuando encontramos ese elemento, nuestra piedra filosofal de la vida, lo más probable es que nos aferremos a ella y hagamos lo posible, y también lo imposible, por nunca dejarla ir de nosotros. Porque así como las drogas que se inyectan crean adicción, nos volvemos adictos a sentirnos vivos, pero no sólo durante 12 horas. Queremos que dure para siempre, y alcanzarla y mantenerla hasta el día en que damos nuestro último aliento, es lo que nos conduce a simplemente ser felices.

Estefanía Del Angel Ponce, 12 de septiembre de 2010

*Peliculas recomendadas en cuanto a lo mencionado en este post:

The Mirror has two faces, con Barbra Straisand y Jeff Bridges
Shine (título en español, Claroscuro), con Geoffrey Rush
Honey, con Jessica Alba
Shall we dance?, con Richard Gere, Jennifer Lopez y Susan Sarandon
¡Salsa!, producción francesa, de la directora Joyce Sherman Buñuel
Take the Lead, con Antonio Banderas y Yaya DaCosta
August Rush (título en español, Escucha tu Destino), con Freddie Highmore, Keri Russell, Jonathan Rhys Meyers y Robin Williams

TODAS ALTAMENTE RECOMENDADAS

...

Y en compensación por mi ausencia de la semana pasada, comparto con ustedes este poema del español Miguel Hernández:

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío,
claridad absoluta. Transparencia redonda.
Limpidez cuya entraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.

¡Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
coraazón de alborada, carnación matutina!
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la amañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es el día.





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