Cierto día en que llegué a casa de un amigo, sus compañeros miraban videos de Nina Hagen. Fue una experiencia interesante al yo no haber oído ni visto mucho sobre esta cantante alemana. Mi impresión inicial fue un gran impacto, pero al parecer ellos (los roommates de mi amigo) la idolatraban, era su diva. Y con justa razón: Nina Hagen es todo un personaje, siempre cambiante en su imagen y con una voz polifacética y camaleónica, capaz de atreverse a cosas que a otros cantantes ni se les ocurren.
El problema (para mí y mi sensible switch de la cavilación) fue cuando una de las chicas se quejó de cómo, según ella, a la original Nina la pretendía copiar Lady Gaga. Sólo para ampliar la visión de mi premisa, recuerdo también cuando mi hermano de escandalizó cuando oyó cómo Gaga (si, de nuevo, ya ven que anda en todos lados últimamente) equiparaba a The Jonas Brothers con The Beatles, sin mencionar que casi le da un soponcio al saber que el hijo de John Lennon le permitió el honor de tocar en el piano que perteneciera al gran Lennon. También tengo una conocida que es constantemente criticada (y para colmo a sus espaldas) porque al no ser su voz apta para el canto en las esferas académicas, aún así sigue intentando cantar y disfrutarlo, e incluso es apreciada muchos que la han oído. Y como cereza, menciono la aparente incomodidad que sienten muchos conocidos míos hacia los otaku y la práctica del cosplay.
Tantas cosas día a día que me hacen preguntarme: después de tantas luchas por lograr que la sociedad acepte a las personas que de un modo u otro son diferentes y por lograr que se integre una sociedad plural y diversa ¿ahora resulta que sólo ciertos individuos tiene derecho a ser diferentes, resaltar y trascender?
En estos tiempos que un revuelo está siempre a la orden del día, parece mentira que, en contraste con tanta supuesta modernidad y apertura, sea tan común que el levantamiento de una subcultura, como los emo, o el surgimiento de un género musical, como el reggaetón, causen protestas y hasta expresiones de odio y asco. Ciertamente no nos van a gustar o no simpatizaremos cien por cien con todos los tipos de música o todos los estilos de vida, pero de eso a que no deba existir más gusto o forma de vida que el nuestro es muy distinto.
El mundo está lleno de gente con voces espectaculares, visiones artísticas singulares, personalidades explosivas y logros y legados inmortales y sin precedentes. Pero ¿acaso eso significa que cuando alguien más lo ha logrado el resto no tiene derecho a aspirar a alcanzar o superar ese límite? ¿O no pueden sólo porque lo hacen en un ambiente con el que no congenias?
Es común ver cómo la gente se burla o critica a personas que si lo intentan, y a veces aunque no lo intenten a propósito o conscientemente, son diferentes por su voz, su estilo, su obra, pero esa misma gente sin embargo elogia e idolatra a otros que se distinguen de la multitud por razones similares. Es como si sólo la gente que ha alcanzado la fama mundial tuviera derecho a gozar de la libertad de ser diferentes, y los demás “¡bien, gracias!” que se pudran en el anonimato y la marginación.
Y ni se diga del clásico “Es que se quiere parecer a Fulan@”. Bueno, gente, por si no se han dado cuenta, y en las palabras del cantautor Fernando Delgadillo, “todo mundo está[mos] influenciado[s]”. Y no, no tiene nada de malo, es normal, pues todos tenemos héroes, ídolos y fuentes de inspiración que, además de ellos mismos tener otras influencias, derivan en nuestras creaciones, estilo, visón y opinión del mundo y metas en la vida. Tener a quién o quiénes seguirles los pasos en el intento de completar la misión del éxito en la vida es lo más natural del mundo. Pero la mayoría comete la hipocresía de criticar a aquellos que en esa empresa comienzan a distinguirse entre las masas.
Así, si Gaga tiene o no a Hagen como influencia, le pese a quien le pese, el rumbo de distinguirse por su ecléctico estilo musical lo lleva muy bien pavimentado. Cuando ella dijo que podría compararse el fenómeno causado por The Jonas Brothers con The Beatles, bueno, es muy fácil encontrar en la tele escenas de conciertos de los Jonas. Ellos probablemente no son rockeros como tal, son muy jóvenes y su carrera apenas va en ascenso. Pero aún así saltan a la vista las filas infinitas de fans, en su mayoría colegiales adolescentes, que llenan sus conciertos y gritan desaforadas “¡I love youuuuu!”, levantando carteles enormes y hasta llorando o desmayándose… ¿no les suena conocido?
Para quienes no sabían, desde antes de lanzarse como cantante solista, Lady Gaga era compositora, bailarina y tecladista, En sus comienzos en Interscope Records trabajó como compositora para artistas de la talla de Akon, Britney Spears, Fergie y Pussycat Dolls. Durante este período, comenzó a introducir su música en locales de Nueva York. Comenzó su carrera desde muy joven, y luchó por ascender en su carrera a pesar de las presiones y dificultades, además de agregarse a diversas causas y organizaciones benéficas; así que me parece perfectamente razonable que Sean Lennon considerara buena idea permitirle a Gaga tocar el majestuoso piano que John regaló a su madre, Yoko Ono, además de que cómo el mismo dice “Los pianos están para tocarlos, ¿Qué debemos hacer?, ¿encerrarlo en una habitación llena de polvo?”.
Ejemplos hay un sinfín, pues tristemente el alcance de la intolerancia y la ignorancia no ha tenido quien lo detenga, pero lo que yo quisiera realmente que reflexionemos es en cómo el alcance de nuestro egoísmo y envidia como personas llega a tanto que queremos coartar el derecho de otros a distinguirse de la masa por sus propios medios, de ir y ver más allá, explorar límites, aunque sea en otro mundo, a veces otra dimensión, distinta a la tuya, léase otra profesión, otro tipo de música, otra corriente estética, otra cultura, preferencia, etc.
Reflexionemos en cómo lanzarse a ser diferentes no sólo es un acto de expresión personal, sino un acto de valentía y audacia, pues nunca sabemos cómo esos frikis, extraños, locos o raros, van a influenciar al mundo en lo posterior, mucho más delo que podrían influenciar aquellos que no se atreven a defender su derecho natural de ser diferentes.
buen trabajo estefania estupendo, estupendo
ResponderEliminartienes el don de palabra escrita eres buena felicidades es bueno tu blog que gran tema de las diferencias de que uno puede ser como uno quiere y que es su derecho de manifestarse como quiera.
que buen trabajo sigue asi niña,
bueno luego nos vmos soy chava jeje...
muy buen ejemplo de la segregación y estigmatización de las personas en sociedad, sin importar el estatus o condición de una persona siempre somos victimas potenciales de la intolerancia. Pero también debemos recordar que el "deber ser" es un concepto hipócrita, pues a pesar de que hablamos de la tolerancia y el respeto a los demás, todos creamos estigmas (aún inconscientemente) como medio natural de defensa ante las convivencia social, generalmente así conseguimos amigos y rechazamos a otros.
ResponderEliminarMuy bien estefas espero leer el siguiente
Atte: Lawliet